Lo explico nuevamente, porque me lo preguntan con frecuencia: ¿qué es la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM)? Es una dependencia de la SEP que se encarga de administrar los procesos de admisión, promoción y reconocimiento de docentes, asesores técnicos y directores escolares de la educación básica y media superior. Es una burocracia dorada que le cuesta cara a la nación, que ha servido como dispositivo de contención a los aumentos salariales y ha servido para legitimar al sistema meritocrático en el magisterio.

Según la Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (LGSICAMM), publicada en el DOF el 30 de septiembre de 2019, en su artículo 26 establece que: “La Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros es un órgano administrativo desconcentrado con autonomía técnica, operativa y de gestión, adscrito a la Secretaría (de educación pública), que tiene a su cargo las atribuciones que le confiere esta ley a esa dependencia y las que otras leyes establezcan de manera específica.”

En su artículo 5, la LGSICAMM señala que: “Son sujetos del sistema que regula esta ley los docentes, técnico docentes, los asesores técnico pedagógicos y el personal con funciones de dirección y de supervisión, en la educación básica y media superior que imparta el Estado.”

¿Cuál es la esencia y la justificación de la existencia de la LSICAMM? En su artículo 1, esta ley establece lo siguiente: “La presente Ley sienta las bases para reconocer la contribución a la transformación social de las maestras y los maestros como agentes fundamentales del proceso educativo y es reglamentaria de los párrafos séptimo y octavo del artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Las disposiciones que contiene son de orden público, interés social y de observancia general en toda la República.” ¿Se ha alcanzado este propósito? Los hechos dicen que no.

¿Por qué el gobierno federal va a desaparecer esta unidad? Por algo debe ser. El problema de fondo de la USICAMM-SEP es de diseño institucional (1992, 2013 y 2019) y detrás de ello está latente la toma de decisiones de Estado y transexenales que se han dado, durante más de 32 años, como parte de las políticas públicas educativas en el ámbito de las promociones y evaluaciones del personal docente, directivo y de asesoría técnica de la escuela pública (educación básica y media superior).

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Dicho en otras palabras: el problema principal es histórico puesto que se generó, desde 1992, la creación de programas como el de Carrera Magisterial, que luego se reestructuró en 2013 en forma de Servicio Profesional Docente, y que en 2019, sin desmantelar la misma lógica meritocrática (una bolsita financiera dirigida a la cima de la meritocracia magisterial) que enarbolaron los programas anteriores, se convirtió en el Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros.

Elementos del diagnóstico o evaluación del sistema de evaluación

En este espacio, muchas veces he preguntado ¿quién evalúa a los evaluadores? El equipo de gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum, presidenta constitucional de México, desde la SEP o a pesar de esta dependencia, seguramente ha retomado las críticas que han externado voces diversas del magisterio nacional al respecto, puesto que se han visto seriamente afectados por el lamentable trabajo realizado por la USICAMM; sin embargo, el malestar docente tiene más fondo: como servicio público, estos sistemas se han dedicado a frenar y obstaculizar el desarrollo profesional de miles de docentes, directivos escolares y asesores técnicos.

Por ello, el magisterio se pregunta ¿cuál es el sentido de los sistemas de evaluación individualizada, centralizada y estandarizada que se han impuesto? ¿Cuánto nos cuesta como nación la burocracia dorada que se dedica a evaluar y a etiquetar, a veces sin sentido, a las figuras educativas? Bien decían las consignas de la protesta magisterial ante la reforma educativa de 2012-2018 (más administrativa y laboral que pedagógica): “Evaluación sí, pero no así”.

No sólo la USICAMM, como unidad administrativa, sino todos los sistemas de “carrera” que han creado los gobiernos federales entre 1992 y 2019, a través de la SEP, han quebrantado, lesionado y agraviado históricamente al magisterio nacional con sus contenidos y procedimientos, que no han tenido una intencionalidad de evaluación formativa ni de desarrollo profesional, sino de control, y que se han conducido con opacidad, presunta corrupción y sin claridad en la rendición de cuentas, además de la soberbia con la que se han manejado sus funcionarios, mandos medios y empleados; y que se han caracterizado por los atropellos cometidos en contra de las y los docentes y demás figuras educativas de educación básica y media superior.

Según datos recientes la USICAMM ha recibido, durante los dos últimos años, casi el mismo presupuesto que se ha asignado a la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) para cumplir con sus funciones sustantivas (un poco más de mil millones de pesos al año); así mismo, la unidad mencionada ha obtenido un presupuesto mayor que el que recibe, por ejemplo, El Colegio de México; y más de una tercera parte de lo que percibe el CINVESTAV por concepto de ingresos federales. (Ver: “Las contradicciones de la USICAMM”, SDP Noticias, 17 de agosto, 2024). La USICAMM representa a una burocracia dorada sumamente cara y que no cumple con sus propósitos institucionales.

Pongo un ejemplo, entre muchos que se han registrado y que me han comunicado compañeras y compañeros de educación básica: luego de más de seis meses de preparación y de superar diversos obstáculos para ser evaluados por el sistema (tanto los trámites como la evaluación misma se realizan en línea), las y los docentes que han obtenido puntuaciones iguales o mayores al 70% del total de los reactivos del examen, además de cubrir los demás parámetros o valores de los concursos para promoción horizontal, han recibido oficios que más o menos dicen lo siguiente: “No se le podrán otorgar los incentivos económicos a los que aspira debido a falta de presupuesto o recursos financieros…”. Conclusión: esto es una burla. Mientras tanto, las y los jefes de departamento o directores de área de la unidad continúan con su trabajo, tan campantes, con altos ingresos que son inalcanzables para el personal de base.

Carrera Magisterial (CM), que fue un programa nacional, desapareció por problemas de consistencia interna (no había, aparentemente, correspondencia entre el pago de incentivos a docentes y el “logro académico” de sus estudiantes), y debido a sospechas de corrupción entre la dirigencia del SNTE y autoridades educativas, esto se atacó, supuestamente, a través de la reforma constitucional y las modificaciones a las leyes secundarias en materia educativa aprobadas por el Congreso en 2013 (sexenio de Enrique Peña Nieto). No obstante, el sentido o la lógica meritocrática (“el alma institucional del programa CM”) prevaleció y prevalece con el sistema vigente.

En ambos modelos o esquemas de evaluación de la docencia y demás figuras educativas de la escuela pública se conserva, sin embargo, la misma lógica o el mismo abordaje en términos de servir como mecanismos de contención salarial a partir de criterios “individualizantes” y por méritos. Es decir, en los sistemas de incentivos económicos los criterios de “medición individual” se mantienen intactos, sin evaluar ni considerar de manera integral la práctica docente o directiva in situ, y sin valorar el trabajo colegiado o de los colectivos docentes.

El pasado 15 de agosto, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, cuando aún era presidenta electa, declaró lo siguiente en el Teatro Metropolitan, luego de recibir su constancia del Tribunal Electoral Federal como ganadora de la elección constitucional de junio pasado: “… Vamos a dar fin al (la) USICAMM. Se acabó el (la) USICAMM y vamos a construir juntas y juntos un nuevo sistema que tome en cuenta a los maestros y las maestras y, por supuesto, sin caer en viejas prácticas de corrupción…”

Así mismo, durante la lectura de los cien compromisos de gobierno que realizó la presidenta constitucional, el pasado 1 de octubre, se ratificó la decisión que ha tomado al frente del gobierno de desaparecer a la USICAMM. Una vez que se decrete su desaparición y se abrogue la LGSICAMM ¿qué vendrá después?

Escenarios

Lo de fondo en el tema USICAMM seguirá sin cambiar mientras no se produzcan transformaciones estructurales, legales e institucionales, ello sin descartar el escenario de la inminente desaparición de esa unidad. (Para más argumentos, ver mi artículo: “Cambio en la USICAMM ¿De fondo?”, SDPnoticias, 23 de junio, 2021).

Un escenario favorable para el magisterio nacional se daría si se creara un sistema alternativo y desburocratizado de evaluación formativa con aumentos salariales para las figuras educativas que, voluntariamente, decidan participar. El riesgo que se corre con ello, es que se reciclaría el esquema “meritocrático”, no se eliminaría el individualismo y se conservaría la lógica del control.

Conviene pensar en otros esquemas alternativos, como la evaluación complementaria, es decir, no individual sino colegiada, la descentralización a través de cuerpos colegiados (tanto para las promociones horizontales como verticales), sin caer en las prácticas corruptas que representaron, en su momento, las comisiones mixtas paritarias (autoridades-sindicato) de escalafón.

Dentro de los escenarios alternativos a los sistemas de evaluación para el control y para contener los aumentos salariales generalizados para el magisterio (que es en lo que se han convertido los sistemas de carrera creados durante las últimas 3 décadas), habrá que considerar también la idea de la evaluación en campo, la evaluación entre pares y la evaluación de colectivos docentes (ello incluiría la creación de comisiones docentes o de directivos escolares para la admisión o el nuevo ingreso al sistema), todo ello con la idea principal de promover la evaluación formativa y el desarrollo profesional docente, de asesoría y directivo.

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