En días pasados generó cierta confianza la noticia que afirmaba, Morena no estaba preparando el camino para la reelección de Rosario Piedra Ibarra, como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Resultó esperanzador pensar en que finalizaría el martirio de seis años que padeció la institución a su cargo -aunque no así para aquellos que en algún momento solicitaron el apoyo y no lo encontraron-. Pero esta persona, que ostentó el cargo habiendo sido designada por Andrés Manuel López Obrador; que obtuvo la distinción mediante una ilegalidad; y que se dedicó a defender a los gobiernos y gobernantes y no a los gobernados, como era su deber, está rayando en el colmo del cinismo y la desfachatez al pretender su reelección y plantarse ante los senadores a pedir su visto bueno.

Evidentemente, la oposición no iba a dejar pasar la oportunidad de reprocharle su deficiente e infame desempeño, y fue el senador panista Ricardo Anaya quien la encaró durante su comparecencia en el Senado para seguir al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. En su intervención, el también excandidato presidencial la acusó de llegar al cargo mediante un fraude.

Anaya inició su participación como integrante de la Comisión de Justicia de la Cámara de Senadores preguntándole a Piedra con cuántos votos fue electa en 2019. La presidenta de la CNDH señaló no recordar el dato exacto, a lo que él respondió que le sorprendía su falta de memoria, tomando en cuenta que fue una “elección fraudulenta”.

“Votaron 116 personas y usted obtuvo 76 votos, no se reunió la mayoría calificada. Usted fue electa mediante un fraude. Yo podría ahora mismo en esa pantalla enseñarle un video para que vea uno por uno como votaron 116 personas. Me parece un poco sorprendente, engañoso, que habiendo sido esto materia de notas periodísticas en todos los medios de comunicación hoy nos salga con que no recuerda el episodio”, señaló Anaya.

La crítica del legislador no terminó entonces, sino que le recriminó haber asumido el cargo sabiendo que se trató de un fraude.

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“Usted conscientemente asumió la presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos sabiendo que su elección había sido una elección fraudulenta. Entonces no tuvo usted legitimidad de origen, qué pena que no lo recuerde pero es buena oportunidad para recordárselo”, dijo.

Por su parte, Piedra sentenció que no hubo nada fraudulento en su llegada a la CNDH. Según sus palabras: “Perdieron los amparos porque no estaban fundamentados”.

Asimismo, la funcionaria aseguró que busca mantenerse al frente de la CNDH “no como una ambición personal, sino como un medio necesario para consolidar lo logrado” .

Consolidar lo logrado”, se atrevió a mencionar la hija de Rosario Ibarra de Piedra, cuando justamente es de lo que careció durante toda su función. Y hay que decirlo con todas sus letras; esta persona le ha hecho un daño de enormes proporciones a la Comisión de Derechos Humanos y Andrés Manuel López Obrador tiene gran responsabilidad en ello por haberla elegido y mantenido en el cargo.

Aquí comparto integra una de mis colaboraciones publicada en enero pasado.

Rosario “Roca” Ibarra; ni Judas fue tan traidor

“La presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), se ha catapultado como el peor obstáculo que ha encontrado justamente el organismo a su cargo. Rosario Piedra Ibarra bien podría cambiar el apellido Piedra por Roca, y quedaría mucho más acorde al deshonroso y mezquino papel que ha venido desempeñando al frente de la instancia creada para defender los derechos humanos de las personas y que ella ha manejado con total subordinación y sometimiento al hombre que le concedió la estafeta, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Proponer la desaparición de la CNDH, -la institución que en mal día llegó a encabezar nombrada por cierto en un marco de opacidad y burlando las leyes-, se constituye en una de las peores afrentas de que se tenga memoria a cargo de un servidor público. Incluso, me atrevería a decir que no existe algún antecedente en ese sentido en la historia de nuestro país.

Y es que, ¿cómo alguien que ha sido distinguido recibiendo a una institución de la nobleza y magnanimidad como es la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se atrevería a faltarle al respeto sugiriendo su desaparición?

Como dice la vox populi, “Ni Judas fue tan traidor”.

Pero Rosario Piedra Ibarra sí lo es. Y de ello ha dado constancia en no pocas ocasiones durante los más de 4 años que tiene al frente del organismo.

Cuantas veces ha sido requerida, ha deliberado a favor del presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo hizo a mediados del año pasado al considerar no existía violencia política de género contra la senadora y hoy precandidata a la presidencia de la República por la coalición Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez, al considerar que los dichos del mandatario en sus conferencias mañaneras no ponían en riesgo la integridad de la hidalguense, de quien dijo, era impulsada por expresidentes y empresarios –todos varones–. Rosario Piedra defendió que los comentarios del presidente no se hicieron en función de que estos fuesen hombres y ella mujer, sino de su afinidad ideológica y pertenencia partidista”.

Rosario Piedra Ibarra, se ha caracterizado por cumplir el rol de ‘florero’ cuando se ha exigido a la comisión que encabeza tomar acciones en diversos tópicos en que se debería pronunciar o intervenir, o asume la figura de piedra haciendo honor a su apellido y obstaculizando la acción del cumplimiento de las atribuciones que confieren al organismo a su cargo.

La gestión de la hija de la activista Rosario Ibarra de Piedra, ha sido de lo más vergonzosa: su misión se ha caracterizado por la opacidad, por ignorar las causas que debiera defender, por estar del lado del poder y por guardar silencio ante las injusticias por las que debiera alzar la voz.

Basta recordar que su oficina calló ante la negligencia de salud que derivó en casi un millón de muertes por COVID-19; también lo hizo frente al desabasto de medicinas que igualmente ha dejado muchos miles de muertos, entre ellos alrededor de 2 mil niños a quienes les fueron interrumpidos sus tratamientos de quimioterapias.

Piedra también ha guardado silencio en los temas de los desaparecidos, la violencia, los feminicidios, las arbitrariedades, los abusos, las muertes de periodistas.

Nada ha hecho que la mujer levante un solo dedo para salir en defensa de las víctimas, sencillamente porque AMLO no la colocó en ese cargo para defender a las víctimas sino para defenderlo a él.

El pasado jueves, Rosario Piedra Ibarra, propuso la desaparición del órgano a su cargo porque según su óptica ya no cumple con las necesidades del pueblo de México. Durante su comparecencia ante la Comisión Permanente de la Cámara de Diputados, la también activista sentenció que continúa firme en la transformación que debe tener la comisión, por lo que debería de hacerse oficial la creación de la Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo y quede atrás la CNDH.

Piedra Ibarra señaló que en los cinco años que lleva al frente de la CNDH ha podido modificar la defensa de los derechos humanos, pese a la herencia que dejó el neoliberalismo y que no ha respondido en los reclamos que han hecho los mexicanos. En el discurso también aprovechó para cuestionar los “vicios” que había en las actividades burocráticas, especialmente lanzó comentarios en referencia a los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las siete décadas que administraron de forma interrumpida, por lo que reiteró la importancia de crear una nueva institución.

Pero en el mismo escenario se topó con los reproches de los senadores, destacando entre ellos el duro pero certero discurso de Germán Martínez, quien le recordó a su madre.

El legislador plural subrayó el compromiso democrático y la pluralidad de figuras como Rosario Ibarra, Manuel Clouthier y Cuauhtémoc Cárdenas, presentando una fotografía como testimonio de su histórica lucha por los derechos y la justicia en México.”A mi generación la marcó esta fotografía de su madre, la fotografía de Clouthier, de Manuel Clouthier, no de Tatiana Clouthier y de Manuel Clouthier, hijo; y la fotografía de Cuauhtémoc Cárdenas, que nadie le puede regatear a este michoacano su compromiso con la democracia; esta fotografía marcó a mi generación; esta fotografía abrió la pluralidad, aquí hay tres personas que piensan distinto; esta fotografía usted la debe honrar denunciando como persona violaciones a los derechos electorales de los mexicanos, antes de que se abra la competencia a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; esta fotografía, si usted guarda silencio frente a las violaciones, frente al dinero impúdico que se entrega a Claudia Sheinbaum, esta fotografía a usted le queda grande, le queda grande la Comisión de los Derechos Humanos y le queda grande el recuerdo de su madre…”

La funcionaria al borde del llanto exigió en la máxima tribuna del Senado que no se use más el nombre de su madre, más aún dijo, por aquellos que apoyaron la depresión.

Su razón tendrá, no lo sé, pero lo que es un hecho, es que con su inacción, su falta de empatía con las causas que debiera defender, su vileza, su complicidad y sumisión al poder, su indolencia, su ruindad, su canallada y su traición, lo único que provoca es que una y otra vez nos preguntemos ¿qué pensaría su madre si la viera? Reitero: ni Judas fue tan traidor.”

Por todo lo anterior, sería una aberración de Morena aprobar la reelección de Rosario Piedra. Ojalá Claudia Sheinbaum no lo permita.