Les había platicado que en el mes de febrero se llevaría a cabo una auditoría por parte de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). Pues bien, el 13 de febrero, mediante un comunicado, la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes (SICT) informa sobre la “auditoría operacional”.

Señalan que se harán en dos etapas: la primera será del 14 al 27 de febrero y la segunda se realizará del 6 al 14 de marzo del 2024. Dejan en claro que esta auditoría o Revisión Universal de Seguridad (USOAP por sus siglas en inglés) debió llevarse a cabo en el año 2020, pero por la contingencia provocada por la pandemia, así como de la degradación a de nuestra aviación a categoría 2 hecha por la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos de Norteamérica (FAA por sus siglas en inglés), la auditoría se tuvo que posponer.

Ahora comencemos a derribar los mitos, pues más se tardaron en sacar la información, que los ya conocidos buitres en despepitar falacias en torno a esta auditoría. Lo de siempre: mucho desconocimiento, mala leche y mucha politiquería barata. De nueva cuenta el tema aeronáutico se vuelve esa “bonita” bandera para golpear al gobierno de la 4T.

No hago defensa a ultranza del gobierno de Andrés Manuel López Obrador; sería de la misma forma con cualquier gobierno, porque aquí el punto es salir bien calificados -como país- en niveles de seguridad aérea. Y como bien lo explica la propia Cámara Nacional de Aerotransportes (CANAERO), la aviación en nuestro país aporta el 3.5% del Producto Interno Bruto (PIB), y genera alrededor de 1.4 millones de empleos.

Comencemos a desmentir varios de los rumores que en redes sociales, o en columnas de opinión, vierten sobre esta nueva auditoría. Uno de los tópicos más recurrentes es “¿y el viejito de Palacio lo va a permitir?”, en clara referencia a si el presidente de la nación va a permitir que un “ente extranjero” nos venga auditar.

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Veamos, la OACI lleva a cabo esta auditoría en los 193 países con los que tiene acuerdos firmados para la seguridad aérea. Por azares del destino le tocó al gobierno de López Obrador, pero le hubiera ocurrido a Meade o Anaya, en caso de que hubiesen ganado la presidencia en el 2018. Esto es, no depende de quién esté ocupando la presidencia; estas auditorías se llevan aproximadamente cada 10 años. La última vez fue en 2012, todavía con Calderón como presidente.

Otra falacia a la que recurren es que nos van a “volver a degradar a categoría 2″; pero no, la OACI no “degrada”, ¿qué es lo que sí hace? Vayamos directamente a la fuente, en la página de la OACI nos dicen:

“¿Qué audita la OACI?

La OACI audita las capacidades de supervisión de la seguridad operacional y la seguridad de la aviación de sus 193 Estados miembros. En la esfera de la seguridad operacional, las auditorías se llevan a cabo en el marco de nuestro Programa universal de auditoría de la vigilancia de la seguridad operacional (USOAP), mientras que en la esfera de la seguridad de la aviación aplicamos un programa similar, el Programa universal de auditoría de la seguridad de la aviación (USAP).

Es importante reconocer que estas auditorías no abarcan a las líneas aéreas, los aeropuertos ni otros explotadores de la industria. Más bien se limitan solo a la legislación, los recursos y otras capacidades que establecen los gobiernos de los Estados para aplicar de manera efectiva las Normas y métodos recomendados (SARPS) de la OACI en cada ámbito.

El público puede examinar de forma interactiva los resultados totalizados del USOAP en el sitio web de la OACI. Los resultados de la auditoría de la seguridad de la aviación son confidenciales y no se publica.”

OACI

Durante la auditoría, los “hallazgos” que lleguen a encontrar serán asentados en un informe, que posteriormente se le dará a las autoridades aeronáuticas del país para que lleven a cabo las correcciones que sean necesarias, para cumplir con todas y cada una de las directrices de la OACI en aras de tener una aviación segura.

¿Qué es lo que van a auditarle a la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC)?

  • Anexo 1 - Licencias de personal
  • Anexo 6 - Operación de aeronaves
  • Anexo 8 - Aeronavegabilidad de aeronaves
  • Anexo 11 - Servicios de tránsito aéreo
  • Anexo 13 - Investigación de accidentes e incidentes de aviación
  • Anexo 14 - Aeródromos

Como podemos ver, no nos van a “degradar”, pero de lo que sí es importante hablar es del trabajo que se ha venido realizando previo a esta auditoría; mucho tiene que ver con nuestra legislación, por eso no resulta extraño ver cómo han estado subsanando cuestiones diversas que por años se habían quedado en el olvido.

El 14 de febrero de este año, se publicó un ordenamiento que había sido aprobado desde el 21 de abril del 2023; nos referimos a la “NORMA Oficial Mexicana de Emergencia NOM-EM-018-SCT3-2023, Que establece el contenido del Manual de Vuelo”, un tema íntimamente ligado con el decreto promulgado y publicado posteriormente en el Diario Oficial de la Federación, el 12 de septiembre de 1946, donde como país nos comprometemos a adoptar el “Convenio de Chicago de 1944″.

La finalidad de esta NOM de emergencia es “…la Norma Oficial Mexicana ‘vigente’ que regule y prescriba el contenido del Manual de Vuelo; es de vital importancia que de ‘manera expedita’ se emita una Norma Oficial Mexicana de Emergencia, con la finalidad de mantener la seguridad de las aeronaves, su operación y por consiguiente la seguridad de las personas…”

Ustedes tal vez no lo sepan, pero los manuales de vuelo son la “biblia” en la aviación. Cada piloto y sobrecargo debe contar con el suyo y es obligatorio conocer las partes medulares de este. Además, cada aeronave debe contar con su propio manual de vuelo.

A diferencia de otros documentos indispensables para los tripulantes, los manuales de vuelo son constantemente actualizados mediante circulares oficiales, que se van anexando al mismo tiempo que se van retirando las circulares “caducas”; esto permite mantenerlos actualizados con los nuevos procedimientos a seguir, y conseguir mayor seguridad en la operación.

Solo como anécdota, les diré que la digitalización de documentos permite ahora a los sobrecargos transportar todo en tabletas y dispositivos electrónicos. “En mis tiempos” cargábamos con verdaderos mamotretos que tuvieran la información de todos los equipos que pudiéramos operar.

En físico o digital, los manuales de vuelo se actualizan con todo tipo de circulares: desde procedimientos en tierra, en aire, protocolos de emergencia, cambios de comandos, y un sinfín de cuestiones técnicas de las funciones de los pilotos, los sobrecargos y el avión mismo.

A grandes rasgos, un manual de vuelo debe contener: generalidades, limitaciones, procedimientos normales, procedimientos anormales y de emergencia, rendimientos, peso y balance, descripción de sistemas, servicios y mantenimiento, y suplementos.

La auditoría que está haciendo la OACI en nuestro país tiene relevancia porque todos sus requerimientos, lo único que buscan es la homologación de estándares de seguridad aérea.

Y debemos recordar, en 2012 la calificación que obtuvimos fue de 85.06 sobre 100. Ya veremos cómo salimos este año, después de doce años. Confío en que lo hagamos bien, pues aunque no se vea, sí se está trabajando. No descarto que hay muchísimas áreas de oportunidad para mejorar un sinfín de procesos en los que todavía estamos muy atorados. Sí, te estoy hablando a ti “Licencias”.

Ahora lo más importante es establecer los cimientos, entre más sólidos, mejores serán las bases para una mejor aviación de nuestro país. Es una industria en franco crecimiento, y un aporte trascendental a la nación, por eso recomiendo hacer oídos sordos a todas las aves de malagüero que rondan tanto las redes sociales como los espacios informativos, con teorías que rayan en lo “conspiranóico”, en aras de cuadrar su falsa narrativa.

La evaluación que resulte de la Revisión Universal de Seguridad que la OACI hace en nuestro país no es al partido político en el gobierno en turno. Es a nuestra industria de aviación. Esa calificación se queda, y a todos nos conviene que sea la mejor. Flaco favor nos hacemos si mediáticamente alguien quiere llevar agua a su molino electorero.