El sistema educativo nacional no sólo está compuesto de docentes ni de estudiantes y personal administrativo de apoyo. Aquí y en cualquier lugar del mundo la escuela no estaría completa sin la presencia y el trabajo cotidiano, es decir de gestión, que realizan las y los directivos en los centros educativos.
Una de las figuras más importantes de la estructura educativa y del funcionamiento de la escuela pública es la/el director de escuela, y junto con ésta también encontramos, en la realidad educativa, la presencia y la actuación de la siguiente jerarquía de la estructura u organización escolar: Las supervisoras y los supervisores de zonas escolares.
En su tiempo, Edward Deming, teórico de la administración y creador del concepto de “Calidad Total” (durante la década iniciada en 1950), sostenía que la calidad de los productos se diseñaba en las salas de juntas de la gerencia, y que era injusto atribuir el total de las fallas de la producción de bienes o servicios a los trabajadores operativos, (ver el libro de Rafael Aguayo “El método Deming”, Vergara, 1993).
Toda proporción guardada, ya que las y los docentes no son trabajadores de una línea de producción, me parece que sucede algo semejante en el trabajo que se realiza en la escuela: Sería injusto sólo responsabilizar a las/los docentes de los problemas que se presentan en el sistema educativo, sobre todo de todos aquellos conflictos o carencias asociados con las relaciones de enseñanza y aprendizaje.
Esas responsabilidades, en todo caso, estarían repartidas entre diversos actores sociales y educativos: Las autoridades, federales y estatales, los mandos medios, supervisores, directivos, miembros de las familias, entre otras figuras principales del escenario educativo.
Es cierto que la tarea cotidiana que llevan a cabo las/los docentes es esencial en la práctica de las relaciones de enseñanza y aprendizaje en el aula, en los laboratorios y, en fin, en los diferentes espacios escolares, pero la tarea de las/los directivos también es relevante en la medida en que éstos generan condiciones técnicas, materiales y organizacionales para que las actividades docentes se lleven a cabo de la manera más adecuada posible, en términos formativos y de aprendizaje.
A continuación planteo algunas preguntas y respuestas breves con la idea de analizar y reflexionar acerca de la situación por la que atraviesan las/los directivos de la escuela pública básica en México.
¿Cómo es la relación educativa y pedagógica que llevan a cabo las/los directivos con los trabajadores de la educación que tienen a su cargo la tarea docente?
En este punto podríamos decir, en términos generales, que la relación técnico-pedagógica laboral es compleja y no siempre se desarrollada a favor del trabajo docente y su participación en el acompañamiento, la supervisión y el apoyo profesional de las y los directivos escolares. Cabe resaltar que esa relación distante, sobre todo en lo técnico-pedagógico, no es privativa de la educación básica, sino que también se extiende hacia otros niveles educativos.
Aún en los niveles de la educación media superior y superior se parte del falso principio de que las/los docentes “saben lo que deben de hacer” en el aula, (“para eso fueron contratados ¿o no?” dirían los administradores escolares más conservadores), y que por ese simple hecho no requerirían de asesoría ni de supervisión o acompañamiento profesionales.
¿Existen programas permanentes de formación continua de largo plazo y con consistencia académica para alcanzar la profesionalización de la función directiva en el sistema educativo mexicano?
Lamentablemente no es así. Lo que existe se encuentra desestructurado. Hay acciones de corto plazo (conferencias o cursillos), que no cumplen con requisitos de exigencia académica y educativa a nivel profesional que requiere la tarea directiva. Por consiguiente, no existe un programa potente, consolidado, de profesionalización de la actuación directiva en México.
¿Los concursos de promoción de docentes para lograr el ascenso hacia cargos directivos cuentan con criterios profesionales adecuados?
La respuesta concreta en este rubro es “NO”. La evaluación que se realiza en México para ascender hacia puestos de dirección están incompletos, puesto que no se realizan entrevistas a profundidad a las/los candidatos ni se llevan a cabo observaciones de campo sobre un eventual cumplimiento de los perfiles profesionales para ocupar un puesto directivo. Hoy, sin embargo, sabemos que solamente se aplican exámenes estandarizados sobre cuestiones conceptuales o teórico-metodológicas, así como evaluaciones sobre las eventuales actuaciones directivas y acerca de la normatividad vigente, pero no se cuenta con una plataforma de formación profesional ni institucional para directivos de escuelas.
Una propuesta que reitero, dado que ya la he planteado en otros escritos, es que para que la actuación directiva, es decir, la gestión educativa y escolar, realmente eleve los niveles de profesionalización que requiere la escuela pública, consiste en apostar por la preparación profesional de mediano y largo plazo para las/los candidatos a ocupar cargos directivos.
Esto habrá de generarse a través de programas académicos consistentes y bien estructurados, a cursarse durante un año, al menos, en instituciones de educación superior, previo a la inscripción a los concursos de promoción vertical.
De otra manera, y de no atender esta cuestión, seguiremos en la línea delgada de contratar a directivos escolares sobre la marcha y de manera improvisada. Es triste observar que las/los administradores y tomadores de decisiones en los sistemas educativos, federal y estatales, sólo alcanzan a decir al respecto: “que se vuelvan expertos en la práctica” o “¿para qué invertimos en preparación directiva previa si de todos modos la práctica hace al maestro” (directivo)?
¿Las normas o reglamentos que regulan las actividades de las/los directivos escolares están actualizados?
No. En la mayoría de los casos, las normas que rigen las actividades de trabajo de jef@s de sector, de supervisores de zonas escolares y de directivos se encuentran desfasadas con respecto a las necesidades educativas actuales.
Por lo que alcanzo a ver, dicho esto de manera esquemática, las y los directivos de las escuelas públicas (y privadas también) son las y los otros abandonados del sistema educativo, junto con las/los docentes y asesores técnicos, porque en términos de la carencia de condiciones para desempeñarse adecuadamente en la labor educativa, y dada la pobre cobertura de formación continua de mediano y largo plazos, estas figuras educativas no son tomadas en cuenta a la hora de diseñar las “reformas educativas” y “curriculares”.
Escuchar y trabajar codo a codo con directivos escolares y demás figuras educativas es una tarea pendiente para las autoridades, las/los políticos, legisladores, especialistas y demás miembros de las élites que toman las decisiones en materia de políticas públicas educativas.
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