Hay momentos que te catapultan y otros que te sepultan.
En el caso del actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, un momento clave en su historia como político (y me atrevo a asegurar, de la historia reciente de nuestro país) fue el fallido intento de desafuero, promovido por Vicente Fox en el 2005.
Lo que parecía el fin de la carrera política de la principal cabeza del entonces Distrito Federal y de sus aspiraciones presidenciales, resultó un trancazo para sus oponentes, golpe que aún no perdonan.
Fue el 7 de abril del 2005 cuando el entonces jefe de gobierno de la capital del país se enfrentó a unos panistas y priistas voraces, que en tribuna lo desaforaron. Andrés Manuel, el hoy presidente, podía ser juzgado y encarcelado por desacato a una orden judicial.
Los jóvenes que nacieron por esas fechas y que en este año acudirán por primera vez a las urnas desconocen el tema, pero los adultos no lo podemos olvidar.
El asunto del predio El Encino caló hondo entre los habitantes de la capital del país y de cada rincón del territorio nacional.
Mientras una jauría de hipócritas votaban para que el fuero constitucional se le quitara al hombre que con seguridad aparecería en la boleta en 2006, el Zócalo capitalino se llenó de miles de personas que gritaban consignas contra los representantes de aquellos partidos que aborrecían, y apoyaron en todo momento a López Obrador.
360 votos de prianistas para echarlo a los leones contra un pueblo que lo respaldó, y lo sigue respaldando.
El actual presidente de México jamás se acobardó.
Con pies de plomo acudió a la máxima tribuna del país para defender su postura y pronunciar un discurso histórico que aún nos eriza la piel.
“Tengo la certeza absoluta de que no se me juzga por violar la ley, sino por mi manera de pensar y actuar y por lo que pueda representar junto con otros mexicanos para el futuro de nuestra patria. (...) A mí me van a desaforar, me van a encarcelar, me van a despojar de mis derechos políticos por haber intentado abrir una calle para comunicar un hospital”
Andrés Manuel López Obrador, fragmento del discurso pronunciado en San Lázaro el 7 de abril de 2005
Desde ese día, desde años atrás, desde siempre, Andrés Manuel ha dado la cara ante los mexicanos, los que lo apoyan y los que no, y ha caminado al lado del pueblo.
Pese a que en aquellas elecciones de 2006 Felipe Calderón le robó la presidencia, 19 años después puedo decir con certeza que lo que pudo sepultar su carrera política, lo catapultó.
“Todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia”
El hervidero de panistas y priistas (de pilón, hoy también de perredistas) que creyeron descubrir la forma de acabar con López Obrador no cesan en su intento.
Intentona, en realidad.
Igual que en aquellos años donde quisieron ver rodar la cabeza del tabasqueño, un día sí y el otro también el búnker de Xóchitl Gálvez retumba con “ideotas” para quitar del camino a Claudia Sheinbaum y de paso, desprestigiar a Andrés Manuel.
El chirrión, de nueva cuenta, les salió por el palito.
Con la cola entre las patas, una Xóchitl en México envalentonada, salió con el rostro cubierto y por la puerta trasera para evadir los reproches de los paisanos, que en Nueva York la abuchearon, pues detestan a los mismos que hace años desaforaron a López Obrador y sí, ella es parte de esa runfla.
Xóchitl incursionó en la política en el año 2000 por invitación de Vicente Fox, quien pidió a la empresaria hidalguense se incorporara a su equipo, nombrándola directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Las mieles del poder enamoraron a Gálvez.
Su empresa High Tech Services, fundada en 1992, recibió al término del sexenio de Fox contratos millonarios. No solo eso. En 2005, año del desafuero de AMLO, la empresa de su esposo, Operación y Mantenimiento de Edificios Inteligentes S.A. de C.V., obtuvo 15 contratos por un millón 832 mil 710 pesos.
Una nota publicada en 2015 en Excélsior exhibe las cantidades escandalosas que la panista obtuvo para sus empresas en el sexenio de Felipe Calderón e incluso en el de Peña Nieto.
Estos datos salieron de nueva cuenta a la luz en 2023, cuando el presidente López Obrador la delató en una de sus conferencias matutinas y como era de esperarse, Xóchitl se enojó y victimizó.
Gálvez le debe mucho a los gobiernos corruptos, de los que fue y ha sido parte. El tiempo le está cobrando muy caro la factura.
“Todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia”, sentenció ese 2005 Andrés Manuel ante sus adversarios.
Y la historia, ya la juzgó.