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El Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea, (TLCUEM) que fue signado desde el año 2000 y que rige las relaciones comerciales entre las dos regiones, ha permitido un crecimiento significativo del comercio bilateral y ha actuado como catalizador de flujos de inversión.
En junio del 2015, el expresidente mexicano Enrique Peña Nieto anunció que había logrado un acuerdo para renovar y modernizar el Tratado de Libre Comercio con el bloque europeo, en tres pilares que contemplarían: concertación política, cooperación y condiciones de comercio e inversión; sin embargo, ya han pasado algunos años y seguimos sin llegar a un acuerdo en lo que se refiere al capítulo energético.
La renegociación del acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y México podría traducirse en una relación de 80 mil millones de dólares.
La firma de la nueva versión del convenio de intercambio comercial entre la Unión Europea y México acumula cuatro años de retraso, considerando la ruta crítica original trazada por la Secretaría de Economía.
La modernización del acuerdo comercial entre México y los países europeos considera la incorporación de nuevos temas como comercio digital, facilitación comercial, energía y desarrollo sustentable, siendo estos dos últimos puntos los que más reticencia han causado para llegar a un acuerdo entre las partes.
La relación comercial y de inversión trasatlántica entre México y los países que ahora son miembros de la UE se remonta al siglo XIX, y éstas siempre han tenido una relación asimétrica en la que la nación latinoamericana ha llevado la parte más desfavorable.
A finales de los años noventa del siglo pasado, el gobierno mexicano buscó diversificar el origen y destino del intercambio comercial de bienes y servicios, ya que casi todo ese flujo de mercancías con el exterior se concentraba con los Estados Unidos, y se reforzó con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre México, Estados Unidos y Canadá firmado en 1994.
Las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio entre la UE y México comenzaron en 1997 y después de 9 tortuosas rondas de negociaciones, las dos regiones concluyeron los acuerdos y suscribieron el tratado, que entró en vigor el 1 de julio del 2000.
Para México, la Unión Europea significa una importante fuente de inversiones y un mercado prometedor, integrado ya por 27 países con más de 500 millones de habitantes y un Producto Interno Bruto (PIB) superior a los 13.8 billones de dólares.
México es importante para los países miembros de la UE dada su posición geográfica intermedia con Estados Unidos y el resto de América Latina, además de las magníficas ventajas que se dan para la inversión en algunas regiones del país.
En los 22 años de aplicación del acuerdo actual, el comercio bilateral de mercancías ha incrementado en un 150 por ciento.
El presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que, en su encuentro del pasado mes de junio con la presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, quedó de manifiesto el interés de Europa por firmar un tratado económico-comercial con México.
El mandatario mexicano sabe de la importancia que significa la ratificación de este tratado con la Unión Europea, sin embargo, las negociaciones han caído en un letargo por la falta de decisión de la Secretaria de Economía en el capítulo de energía.
Urge una definición de las dos partes del tratado comercial ya que este acuerdo traería ventajas tanto para México como para el bloque del viejo continente, destacando un repunte de la inversión extranjera europea, en particular en sectores de manufactura como automotriz, electromovilidad, proyectos de energía y aeronáutica:
- Inversión acelerada en el marco de la Iniciativa Global Gateway en proyectos prioritarios para México como el Corredor Interoceánico; infraestructura en licuefacción en el Golfo de México para exportación de gas natural al viejo continente; Plan Sonora; Combate al Sargazo; e industria farmacéutica.
- Liberalización de productos agrícolas y pesqueros mexicanos, en beneficio principalmente de pequeños productores.
- En lo relativo a Energía, el Acuerdo Global Modernizado fue negociado con base en el espíritu de la Reforma energética de 2013. Se debe acordar con la UE revisar el Capítulo para que se apegue a la actual política energética del Gobierno de México y sea respetada la soberanía energética del país y no existan “letras chiquitas” como hay el T-MEC que lo hace propicio a panales internacionales sobre todo en materia de energía.
- La incorporación al acuerdo con la Unión Europea de los objetivos y alcances del programa energético 2020-2024 dará certidumbre jurídica a la preservación de los intereses del Estado y sus empresas de energía, en beneficio del interés nacional en materia de generación, distribución, precios y regulación del mercado. Daría también certeza jurídica a los inversionistas europeos sobre el marco legal que ampara sus inversiones, evitando diferendos internacionales ante una eventual contra reforma energética que preserve los intereses de México.
- Es importante que los tratados que negocie México en materia de comercio e inversiones recojan los principios y objetivos de la política energética del gobierno de la 4T, generando certidumbre a todas las partes, y no ser omisos en esas materias, ya que dicha omisión puede generar controversias nacionales e internacionales indeseables.
Realmente es importante para México y la Unión Europea ratificar el acuerdo comercial lo antes posible y que la presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen asista el próximo mes de diciembre a la inauguración del Tren Maya ya con la ratificación del tratado comercial.
La conflagración bélica entre Rusia y Ucrania ha traído afectaciones en el suministro de combustibles, para los países integrantes de la Unión Europea, así como un incremento en los precios de estos productos por lo que estas naciones están en busca de nuevos mercados para abastecerse, por lo que han cambiado sus políticas buscando igual que México una soberanía energética, lo que facilitaría ponerse de acuerdo en esta materia entre los dos bloques.